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UNA MÁSCARA REAL

Intentar clasificarnos bajo un único modo de ser es un intento innecesario y afanoso por conocernos y actuar a partir de normas del mundo externo. No tiene sentido que intentemos moldearnos y encajar en etiquetas ideales que la sociedad ha ido creando, ni tampoco ser como nos dicen que deberíamos ser. Lo que realmente importa es entender que la personalidad o los modos de ser se deben empezar a sentir y a vivir como una construcción individual en donde nos moldeamos según nuestras experiencias personales y nuestras lecciones de vida. Darle un toque personal a la tabula rasa o papel en blanco que somos nos permite desarrollarnos más allá de predisposiciones de todo tipo para que no nos quedemos estancados en la suerte que se nos dio, sino que avancemos, nos reinventemos y construyamos con bases sólidas a la persona real que requerimos ser, una persona con los cimientos puestos en la excavación del terreno más profundo y estable del ser integral. Gracias a la construcción del se

La raya hace parte del camino.

Hace días iba caminando por un largo andén y empecé a jugar a no pisar la raya, pero me di cuenta que mis pasos naturales no lograban pasar sin pisarlas. Así que empecé a controlar  cada paso para ganar el juego. Empecé a ver hacia el suelo y a controlar mi ritmo de caminar, lo que me hacía sentir prevenida y ensimismada porque el hecho de ver sólo hacia abajo para no pisar la raya no me estaba dejando ver ni mi entorno ni el cielo y además el controlar mis pasos  modificó mi movimiento natural a un paso rígido y sin gracia. Entonces me detuve, me quité el traje de robot controlador y empecé a brincar, a correr y a bailar por el andén. Aunque unas veces lograba no pisar la raya, la mayor parte del tiempo la pisé. Pero ¿te digo una cosa? Me sentí infinitamente feliz y pude comprender que NO se trata de no pisar la raya para poder ganar. Se trata de cómo estás andando por el camino así la pises.  Ir al mismo paso estricto e inflexible de siempre, y querer controlarlo todo

La vuelta a casa, el retorno al amor propio.

No sé por qué sucedió, pero decidí irme de casa para ir en busca de algún lugar. El viaje inició y empecé a caminar varios días, muchos años, quizá toda la vida que llevaba y cada recorrido me hacía avanzar más hacia ese lugar desconocido, alejándome de casa. Había recorrido varios caminos que me llevaban a lugares, situaciones y personas que realmente no eran lo que buscaba; de todas maneras ni siquiera sabía exactamente lo que buscaba, así que nunca hubiera podido quedarme quieta y seguiría caminando en busca de quién sabe qué. Cansada de andar, sintiéndome confundida y haciéndome mil preguntas que me hacían confundir más, recordé que una vez, en algún libro leí que la única pregunta que valía la pena hacerse era: “¿Dónde está el alma?”. Me pareció una pregunta muy extraña y simple, pero sentí que si me la hacía y me la respondía honestamente, algo valioso podía salir de ahí. Así que paré de caminar, encontré dentro de mí un espacio de completo silencio y  me atreví a preguntarm

La mariposa negra

Hace poco tiempo comprendí que la relación con la muerte es lo único que te acompaña todo el tiempo y lo único que te va a hacer despertar para vivir una vida que te guste vivir. Hace días, escuché el término "urgencia de vida", pero realmente no comprendía muy bien su significado y decidí pasarlo por alto por más que una parte de mi me insistía averiguar qué significaba. Pero mi ego por alguna razón se sintió amenazado y prefirió callar la curiosidad para quedarse tranquilo en su zona de confort, así que olvide el término y mi vida continuó con el ritmo de siempre, un ritmo aburrido, monótono, poco emocionante y supremamente cómodo. Un día de semana como todos los demás, me desperté a sobrevivir en la rutina que practicaba con menos motivación  cada día. Este día tenía más poca energía, mi cuerpo se movía lento, estaba pesado y torpe, y mi mirada distraída se perdía con facilidad. Iba tarde a la universidad como de costumbre pero eso ya ni siquiera me importaba. Salí de